Pasear por un entorno natural, puede ser una buena ocasión tanto para fortificar el espíritu, como para recoger plantas silvestres medicinales y comestibles para luego utilizarlas en nuestra vida de cada día. En este caso, es indispensable conocer bien la especie cosechada y, posiblemente, cosecharla en su período balsámico, es decir, el momento en que la planta resulta más rica en principios activos.
Una vez en el entorno natural, cuando encontramos la planta, generalmente, la inspeccionamos, fotografiamos y observamos en nuestra guía favorita. Pero, antes de recogerla para usos alimenticios y medicinales, es oportuno fijarse también en las condiciones del entorno. Las mismas plantas son bioindicadores de calidad ambiental y nos pueden guiar para saber si nos encontramos en un espacio incontaminado.
En los últimos años el uso de herbicidas, pesticidas, y también el aumento de la presencia de metales pesados en el aire y en el agua representan riesgos considerables para la salud. Por este motivo no es aconsejable recolectar plantas para uso alimentario o medicinal en un lugar contaminado.
En este artículo encontrarás:
¿Cómo hacer para evitar los riesgos de cosechas poco seguras?
Los consejos básicos para una recolección de calidad son bastante simples:
- Alejarse de los bordes de la carretera y de las rutas de senderismo (las plantas deben estar libres de suciedad y polvos) para evitar la contaminación que se acumula en las hojas.
- Recolectar lejos de instalación industriales.
- Evitar de recoger a los lados de los campos, a menos que estés seguro de que el campo es de agricultura ecológica.
- No recojas en los viñedos, los olivares y campos que puedan haber sido tratados recientemente con herbicidas, a no ser que estés seguro de que el campo no ha sido tratado.
- Evitar las plantas infestadas por insectos, caracoles, o que presentan manchas o lesiones graves.
Además, las plantas son parte de un ecosistema y con este se desarrollan y crecen mediante la absorción y liberación de sustancias en el suelo y en el aire que las rodea. Así como el salmón indica agua limpia y las mariposas nos muestran un lugar saludable, incluso las plantas pueden ser un indicador para la evaluación de la contaminación de un lugar.
Teniendo en cuenta este aspecto y la inmovilidad de las plantas, en los últimos años ha ido aumentado el interés de los científicos en la utilización de plantas como bioindicadores, y bioacumuladores.
La importancia de un buen bioindicador
Bioindicadores, porque con sus cambios químicos y fisiológicos son capaces de indicar alteraciones ambientales de diversos tipos (infecciones, parásitos, temperatura, deficiencia o abundancia de agua, radiaciones, pesticidas, gases tóxicos, sales, magnetismo, herbicidas, contaminantes, etc).
Los requisitos de un buen bioindicador varían de acuerdo con su naturaleza. Un ecosistema responderá más lentamente a la alteración (alteraciones de la presencia y calidad de las especies), mientras que una sola planta puede llegar a mostrar cambios en tiempos muy breves (días o incluso horas), como en el caso de clorosis, necrosis, alteraciones de los tejidos, etc.
Los líquenes como bioindicadores de calidad ambiental
La presencia o ausencia de líquenes nos puede orientar sobre el grado de pureza de un lugar. Un ambiente contaminado no tendrá líquenes, y por esto se habla de “desiertos de líquenes” refiriéndose a las zonas contaminadas.
Aun así, recuerda que no es un requisito 100% fiable ya que hay muchos más factores, no relacionados con la contaminación, que pueden determinar la presencia o ausencia de esta especie.
Los líquenes se originan a partir de la simbiosis de un hongo y un alga, y por esto tienen características únicas que determinan una particular sensibilidad a la contaminación.
En primer lugar, los líquenes dependen casi exclusivamente de la atmósfera para la alimentación. De hecho, actúan como esponjas absorbiendo da la atmósfera, junto con la humedad, todas las sustancias.
Los líquenes absorben del aire también diversos contaminantes y resultan particularmente afectados por la polución causada por el hombre en las últimas décadas. Por esta razón, los líquenes se utilizan como valiosos bioindicadores.
En las zonas no contaminadas se encuentran muchos tipos de líquenes, que crecen regularmente; acercándonos a las zonas más contaminadas (por ejemplo, centros urbanos), los líquenes son cada vez más raros y crecen lentamente. Aquí se habla de «desierto de líquenes».
La respuesta de los líquenes en el entorno es muy fiable, tanto que en Suiza ha sido determinado el Índice de Pureza del Aire (IAP) en relación al seguimiento de la presencia y crecimiento de líquenes.
En el próximo artículo te hablaré de más bioindicadores que te ayudarán a evaluar la calidad ambiental del entorno, antes de empezar tu cosecha.
Si tienes cualquier duda o pregunta, escríbeme en los comentarios. ¡Estaré encantada de ayudarte!