Observar la naturaleza puede sonar a algo complejo, una actividad en la que se necesita mucha experiencia previa y herramientas profesionales. Sin embargo, todos podemos hacer observaciones en la naturaleza utilizando nada más que nuestros sentidos y sin tener conocimientos previos. Eso sí, hay un ingrediente que no debe faltar: la curiosidad.
La observación de la naturaleza es algo que a veces hacemos sin darnos cuenta. Para contemplar la puesta del sol, por ejemplo, es una actividad que probablemente has hecho durante tus últimas vacaciones. Pero la observación del entorno natural es algo que deberíamos llevar a cabo mucho más a menudo, incluso cada día porque es algo beneficioso para nuestra salud y bienestar.
¿Cómo se observa la naturaleza?
Si te has criado o vives en un entorno rural, estoy segura de que tienes muchos conocimientos sobre los animales y las plantas de tu entorno. Algunos, tal vez, los has adquirido por tu trabajo o porque algún familiar te ha transmitido esa información, pero muchos de los que conoces seguramente lo has aprendido gracias a la observación.
Los niños, sobre todo, son muy buenos en esta actividad. Incluso aquellos que tienen más energía y no paran de jugar, saltar y correr todo el día, son muy atentos al entorno y curiosos.
Ahora mismo, por ejemplo, me acordé cómo de niños sabíamos que con las primeras lluvias de otoño asistiríamos a la invasión de hormigas voladoras. O que cada primavera la malva traería nuevos frutos en forma de panecillos, perfectos para utilizar en nuestros juegos.
¿Qué pasa cuando nos hacemos adultos que perdemos esta capacidad de observación?
En realidad, no la perdemos. Pero es cierto que nuestra atención se enfoca más en las tareas del día a día y en las preocupaciones y perdemos la conexión con la naturaleza. Hasta existe un término que define este estado de desconexión en el que viven personas, pero te hablaré de esto más adelante en este post.
Ahora, te voy a proponer algunos ejercicios que puedes hacer para practicar la observación de la naturaleza.
El primero, consiste en utilizar todos tus sentidos porque aunque observar es una acción que implica el uso de la vista, si observamos con el resto de los sentidos tendremos más información y la experiencia, sin duda, sera más enriquecedora.
Como he dicho, para este tipo de observación no necesitas herramientas. Ni siquiera tienes que desplazarte a algún entorno natural. Si vives en la ciudad también puedes observar la naturaleza.
Sigue estos pasos:
- Elige un lugar y busca un sitio para sentarte.
- Empieza a mirar a tu alrededor, desde diferentes ángulos.
- Luego cierra los ojos y utiliza el oído. ¿Escuchas el canto de algún pájaro? ¿El viento que mueve las hojas de un árbol? ¿Hay insectos voladores?
- Fíjate ahora en los olores que percibes. ¿Sientes el perfume de alguna flor? ¿La humedad de la tierra?
- Tu piel también puede ayudarte a captar señales y observar la naturaleza. ¿Es un día soleado? ¿Sientes el césped bajo tus pies?
- Ahora abre los ojos y vuelve a mirar. Fíjate en los detalles de cada elemento que compone el paisaje: árboles, plantas, insectos, aves y piensa en las conexiones entre cada uno.
Este ejercicio no te llevará más de cinco minutos y cuando no puedas salir de casa, puedes hacer lo mismo mirando desde tu ventana quizás u observando las plantas que tienes en casa.
Si dedicas unos minutos cada día, con el tiempo te darás cuenta de que observar la naturaleza es algo muy gratificante. Incluso, te percatarás de detalles que estaban ahí desde hace años y nunca habías notado por el simple hecho de no parar para “observar”.
¡La actividad de observación es algo que engancha, te advierto! Por lo que pronto la curiosidad te llevará a ir más allá: conocer el nombre de los árboles que crecen en tu barrio, entender el comportamiento de las aves que viven en la ciudad…
Tu primera herramienta de observación, sin duda, debería ser una libreta. Aquí podrás tomar nota de tus observaciones cuando salgas al aire libre y realizar bocetos de los detalles o del paisaje.
También puedes utilizarlo como diario y apuntar todo una vez estés en casa. Y, a partir de ese material, hacerte preguntas y crear conexiones entre los diferentes datos registrados.
El siguiente paso podría ser buscar información por internet o adquirir tus primeros libros de naturaleza. Puedes buscar libros y guías para aprender más sobre el mundo animal o vegetal o ir por temas más específicos si tienes un interés particular.
A mí, por ejemplo, me apasionan las plantas medicinales. Si compartes la misma pasión, en otro post te dejo algunas sugerencias de libros y herramientas para tus observaciones.
Obviamente, observar la naturaleza puede ser una actividad muy divertida para hacer en compañía. En familia, con amigos o con otras personas que comparten las mismas inquietudes.
Para conocer personas que tienen intereses similares, puede ser una gran idea apuntarse a actividades guiadas de:
- Observación de aves (Bird Watching)
- Senderismo
- Talleres de ecología
- Salidas para identificación de plantas.
- Camping.
- Submarinismo.
- Hacer friluftsliv.
¡Vamos, hay muchas opciones!
¿Cuál es la importancia de observar la naturaleza?
Aunque los ritmos de vida de las ciudades a veces nos hacen olvidar, el ser humano es parte de la naturaleza.
Vivir desconectados del mundo natural incluso ya tiene nombre: déficit de naturaleza, o NDD del inglés Nature Deficit Disorder. Aunque, de momento, no se reconoce como una patología desde el punto de vista médico, sí hay varios estudios que indican cómo nos afecta a nivel físico y mental un estilo de vida que nos aleja de los ritmos naturales y de sentirnos parte de la naturaleza. En este artículo de la BBC puedes leer más detalles acerca del déficit de naturaleza y sus síntomas.
La buena noticia es que a pesar de vivir en entornos urbanos, podemos practicar la observación de la naturaleza sin desplazarnos y sin tener que comprar herramientas.
La habilidad de observar y conectarse con las otras especies que viven en nuestro entorno es algo innato.
Además, la observación no tiene que ser algo aburrido o trascendental, sino que puede transformarse en un juego o una oportunidad de reunirse con amigos o familiares.
Desde cuidar de un huerto urbano, hasta hacer un baño de bosque o simplemente observar flores en primavera, hay muchas ocasiones para observar la naturaleza.
Los beneficios son múltiples, desde los más subjetivos como sentirnos más felices y menos estresados, hasta el incremento del bienestar como indican algunas investigaciones.
Por ejemplo, según un estudio australiano, realizar actividades y juegos al aire libre en contacto con la naturaleza reduce la incidencia de miopía en los niños en edad escolar.
Observar la naturaleza siempre vale la pena, ya sea por hacer algo diferente, para mejorar nuestro bienestar o prevenir enfermedades. ¿No crees?
Solo hay que dar el primer paso, ¡sal a caminar y observa la naturaleza! Las oportunidades seguro no faltan para observar y descubrir la belleza que nos rodea.